El mundo del papel

Donde comienza la historia

Desde que hacemos nuestro primer dibujo, el papel nos acompaña a lo largo de la vida, ya sea para escribir una carta, en nuestro diario de vida, las notas para estudiar o especialmente para expresarnos a través del arte. Su importancia para la humanidad ha sido fundamental para el desarrollo y la transmisión del conocimiento. Con los avances de la tecnología se han desarrollado diversos tipos de papel y se ha perfeccionado la manera de fabricarlo. Pero antes de ahondar en detalles hablemos un poco de su historia.

Para adentrarnos en el origen del papel, debemos ir no tan sólo siglos, sino que milenios atrás. La primera superficie para escribir fue creada en el antiguo Egipto, a partir de una planta llamada Papyrus. El centro de esta era cortado en finas tiras que luego eran entrelazadas y puestas bajo presión, lo que finalmente generaba un material laminado, delgado y resistente. A pesar de tratarse de una superficie para escribir, no era exactamente papel.
La verdadera historia del papel comienza en China, quienes al no tener acceso a la planta de papiro, comenzaron a utilizar tejidos como superficie de escritura. Los libros y pergaminos eran hechos a mano con estas telas, de los que quedaban retazos al ser recortados.

En el año 105 a. C. Ts’ai Lun desarrolló la idea de moler y batir estos retazos hasta obtener fibras al suspenderlas en agua y así formar una especie de alfombrilla, creando la manera básica de producir papel.
No obstante, este maravilloso descubrimiento demoró al menos unos mil años en llegar a Europa. No fue hasta 1789 que un francés desarrolló la idea de la primera máquina para hacer papel, la que fue finalmente construida en Inglaterra en el año 1803. La Fourdrinier lleva su nombre debido a Henry y Sealy Fourdrinier, quienes eran los banqueros entusiastas que financiaron el proyecto. Esta máquina se convirtió en el diseño estándar para fabricar papel, el cual sigue vigente hasta el día de hoy.

¿Cómo se fabrica en la actualidad?

Como mencionamos antes, las materias primas que se utilizaban eran fibras vegetales, en Egipto la planta de papiro y en China los tejidos. En general, existen dos tipos de fibras a partir de las que se fabrica el papel actualmente, de madera (celulosa) y de algodón. A pesar del paso del tiempo, los principios básicos de la fabricación del papel no han cambiado desde que Ts’ai Lun lo inventó hace dos milenios atrás.

Las fibras vegetales son molidas y batidas hasta convertirse en pequeñas partículas y son diluidas en agua para formar una pulpa. Luego es constantemente dosificada en una banda o bandejas que se mueven de lado a lado para distribuir la pulpa uniformemente y drenar el exceso de agua. Posteriormente, la pulpa es puesta entre fieltros tejidos para pasar por una prensa. Este proceso quita aún más agua y variando el tipo de fieltro varía también la textura del papel. En este punto el papel se ha secado lo suficiente para pasar por unas prensas cilíndricas calientes. Luego el papel pasa por un proceso de “sizing bath” o encolado para mejorar las propiedades de la hoja. Sin este proceso, el papel actuaría como un papel secante. Después del encolado, el papel es secado nuevamente. En este punto el papel pasará por diferentes procesos dependiendo del acabado final que se requiera de acuerdo al tipo de papel.

A pesar de que el proceso recién descrito en forma general es el más común, no es el único. Un buen ejemplo de esto es la matriz redonda que utiliza Arches desde 1895. Este se caracteriza por un gran cilindro, la “matriz”, que está cubierto por una especie de tela metálica. La matriz es sumergida en la cuba que contiene la pulpa (la mezcla de agua y fibras) y gira lentamente. Así el agua se acumula dentro del cilindro y las fibras permanecen en la superficie, repartiéndose de forma homogénea y regular. El material formado entonces se traslada por un fieltro de lana que determina el grano del papel. Este proceso tradicional de fabricar papel se distingue de los demás por su peculiaridad, el buen reparto de fibras y porque el resultado se asemeja al papel hecho a mano.

 

Algodón o celulosa…

Con respecto a las fibras vegetales que se utilizan como materia prima para el papel también podemos encontrar diferencias. Una de las primeras que podemos notar es el precio. El papel de celulosa suele ser bastante más económico que el de algodón. Esto se debe a que es menos costoso de producir y por lo general su uso está dirigido a estudiantes o practicantes. Generalmente, cuando hablamos de papel de calidad profesional, nos encontramos con que son 100% algodón. Esto se debe a que el papel de algodón es superior al de celulosa en durabilidad y resistencia, por lo que nos entrega una mayor calidad en todos los aspectos. Sin embargo esta no es siempre una necesidad, sobre todo a la hora de experimentar o practicar nuevas técnicas. Hoy en día podemos encontrar papeles de excelente calidad tanto en celulosa como en algodón. También hay papeles que contienen las dos fibras y generalmente podemos encontrar el porcentaje de algodón que contiene en el empaquetado del papel.

y entonces, ¿cómo escojo el papel?

La importancia de la elección del papel recae en que este determina la forma en que se va a difundir el color, su rapidez de absorción y la apariencia final de la obra. La magia del mundo del papel está en que existe un sinfín de opciones para todos los gustos y técnicas. Una de las características a tener en cuenta es el gramaje, que es fundamental al escoger el papel en el que vamos a trabajar, ya que determina el grosor de la hoja. Este se mide por metro cuadrado y mientras más alto sea el valor, más grueso será el papel. Para tener una referencia, los cuadernos escolares tienden a tener hojas de 50 gramos aproximadamente. Pero si queremos utilizar algún tipo de pintura o técnica húmeda, es recomendable usar un papel de al menos 200 gramos, para que este no se doble demasiado luego de aplicar la pintura y absorba el agua de forma adecuada. Los papeles de alto gramaje absorben de mejor manera el agua e incluso los pigmentos, esto puede permitir utilizar más capas de color en las obras y que se mantengan adheridos al papel sin que se craquelen.

Texturas y granos: cómo influyen en nuestro trabajo

Otra característica que posee el papel es su textura. El tipo de prensado y el fieltro con el que se fabricó están directamente relacionados con la textura o tipo de grano que tendrá el papel. Podemos encontrar distintos tipos, por ejemplo, grano satinado o prensado en calor, grano fino o prensado en frío y grano grueso, que corresponde al papel más rugoso. Esto nos abre las puertas a innumerables posibilidades de expresión, ya que el mismo medio puede plasmarse de formas diferentes dependiendo de la textura y gramaje que tenga el papel. Los papeles especiales para el uso de marcadores o caligrafía suelen ser satinados, al mismo tiempo que algunos de dibujo como el Bristol, que además de ser suave es extra blanco.

Por otro lado, los papeles de grano grueso tienen una textura más rugosa al tacto y tienen un muy buen resultado al utilizar grafitos, ya que facilita la expresión del sombreado, al igual que al trabajar con carboncillos y pasteles, ya que una superficie dentada ayuda a extraer una parte del carboncillo o pastel al papel. Los pigmentos lucen mejor en este tipo de papel y en medios como la acuarela, se tiene más control de ellos. La textura a menudo se puede notar incluso después de haber pintado o dibujado sobre él, así se pueden lograr efectos en la obra que van más allá del medio que estemos utilizando.

El mundo del papel es vasto y conocer un poco más sobre su milenaria historia y características nos puede ayudar a enriquecer nuestra experiencia artística. Finalmente, probar distintos tipos de papel es una de las maneras más efectivas para encontrar el papel que funciona de mejor manera para nosotros, es decir, el más se acomode nuestras necesidades, preferencias o estilo.